Siempre pensé que las personas que trabajaban en las sex shops estaban acostumbradas a las peticiones mas extravagantes y podían ser las personas más tolerantes y serenas.
Sin embargo, recién entré a una serie de sex shops y como ya sabía que una de las cosas que buscaba era difícil que me la dieran, era lo primero por lo que preguntaba.
Y como en este blog casi todo es broma, ahí va algo en serio.
En una de las tiendas, había una chava muy guapa, joven, vestida de chamarra amarilla, peinado de puntas, tatuajes, piercings, etc... todo lo que uno esperaría de una vendedora en una sex shops. Tenía el volumen de su música bastante alto. Cuando me vio entrar, le bajó al volumen. Al pedirle lo que buscaba, inmediatamente sus ojos se pusieron redondos, pupilas dilatadas, le apagó totalmente a la música y me pidió que lo repitiera. Sin miedo, volví a hacerle mi solicitud, y le sonreí... ella estaba impactada, incrédula. Se acercó aún mas a mi y sin decir nada, su rostro expresaba "¿estás seguro?", así que asentí. Estaba súper intrigada, y su rostro estaba tan sorprendido que simplemente decidí agradecerle e irme... sin darle más explicaciones. La dejé con la duda.
Su rostro valía oro.
No diré qué pedí... pero lo he pedido en restaurantes y me lo dan sin preguntas o sorpresas.