Dicen las leyes que nuestro voto es obligatorio, libre y secreto.
Sobre lo primero, es una verdadera burla, por que el IFE nunca manda suficientes actas a las casillas como para que vote todo el padrón de electores. Claro que es por que contemplan la abstinencia, pero es penoso que en algunas casillas, no se pueda votar por que se agotaron las actas. Tan sólo por ahorrar unos pesos que en campaña o sueldos de funcionarios del IFE sí se gastan.
Sobre lo segundo, mejor ni opino. Mi libertad se restringe a cuatro payasos.
Y sobre votar en secreto, es la primer vez que lo haré. Es costumbre que en pláticas de sobremesa, coloquiales y demás, salga a relucir por quién o cuál votamos. Pero en ésta ocasión guardaré fielmente el secreto.
En otros años, podía comentar sin pena alguna por quién había emitido mi voto... depositado mi confianza. Pero en ésta ocasión no lo podré hacer. Siento que todos los candidatos caen de lo malo a lo peor. Votaré, eso es seguro, pero no me sentiré orgulloso de emitir mi voto.
No hay un buen candidato, no hay opción real. Hasta aquí llega olor fétido de su putrefacción.
Confieso que incluso siento miedo de que cierto cadidato llegue a la presidencia. Se aproximan seis años de tristeza política.
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